Durante décadas, Adobe fue sinónimo de creatividad digital. Su suite no solo lideró el mercado, sino que definió cómo se diseñaban las marcas, cómo se editaba un video y cómo se producían piezas gráficas en entornos profesionales. Tener Adobe era prácticamente una acreditación en sí misma.
El desgaste del modelo tradicional
Uno de los factores más visibles de su decadencia es su modelo de suscripción. Las licencias representan un costo alto y muchas veces contienen más herramientas de las que efectivamente se utilizan. Para profesionales independientes, pymes e incluso agencias que gestionan contenidos rápidos y en volumen, ese modelo empieza a perder sentido.
A esto se suma la sensación de lentitud en la evolución frente a un mercado que hoy se mueve a una velocidad distinta. La producción de contenido es dinámica y exige inmediatez. Muchos flujos creativos actuales requieren soluciones ágiles, intuitivas y capaces de resolver en minutos lo que antes tomaba horas. El ecosistema Adobe, robusto pero complejo, no siempre se alinea con estas necesidades.
La irrupción de alternativas más ágiles
Mientras Adobe consolidaba su dominio, aparecieron herramientas que entendieron algo fundamental: la creatividad moderna sucede en movimiento, desde el teléfono, en la oficina, en terreno o en un set improvisado. Plataformas más livianas como CapCut comenzaron a ganar terreno ofreciendo rapidez, plantillas inteligentes y funciones asistidas por inteligencia artificial.
Para muchos usuarios, la ecuación cambió: no se trata de tener “el software más completo”, sino de tener el que permite producir más, en menos tiempo y con la calidad suficiente para destacar.
Lo que este cambio significa para agencias y marcas
La discusión ya no es tecnológica, sino estratégica. Las marcas buscan pertinencia, velocidad de reacción, capacidad de testeo y eficiencia presupuestaria. Las agencias debemos replantear no solo las herramientas que utilizamos, sino los procesos que construimos alrededor de ellas.
Desde nuestra experiencia en Emeige, lo determinante no es la herramienta, sino el criterio. La tecnología es un medio. El valor está en la estrategia, en el relato, en entender al consumidor y convertir eso en contenido que conecta.
Mi reflexión
Adobe fue clave y lo será probablemente por mucho tiempo en múltiples áreas de especialización. Pero la industria está viviendo una transición hacia modelos más flexibles y accesibles. La creatividad dejó de ser un proceso reservado para expertos con herramientas complejas. Hoy es un espacio más democrático y más rápido, donde gana quien mejor entiende a su audiencia y ejecuta con precisión y agilidad.
Como agencia, seguiremos adoptando tecnologías que nos permitan crear con inteligencia, con velocidad y con propósito. Porque el futuro del contenido no será definido solo por los softwares, sino por la capacidad de adaptarnos y entregar soluciones relevantes en un entorno cada vez más dinámico.